Problemas que nos podemos encontrar

     Los profesionales son los que saben, y eso es incuestionable. Peeeeeero..., eso de que el saber no ocupa lugar es relativo, y no todos los médicos quieren o pueden estar actualizados en todo momento. Para nuestra desgracia, esto es un campo emergente que se encuentra en investigación. Mi historia, probablemente, hubiese sido diferente si alguien, hace unos años, me hubiese hablado de todo esto. Un caso típico es el de la persona "diagnosticada" de intolerancia a la fructosa (exista una forma primaria que raramente se da y que se manifiesta desde la infancia, y esa sería la excepción) a la que no se le hace ningún estudio más y esto provoca que continúe con su intolerancia, privándose de alimentos necesarios y, en ocasiones, empeorando su estado de salud. La falta de actualización hará que nadie se moleste en investigar por qué el paciente ha desarrollado esa intolerancia. Otro caso típico es el de la realización de las pruebas diagnósticas claves (entre ellas, la colonoscopia) para descartar afecciones potencialmente peligrosas y, una vez obtenidos resultados negativos en todas las pruebas, se acaba determinando que el paciente tiene colon irritable y se le da de alta sin más. Finalmente, con el tiempo la persona acaba asumiendo que su estado de salud no va a mejorar. 



    Durante mi proceso, he podido observar alguna "cagada" garrafal que ha implicado, además, un gasto económico innecesario, por desconocimiento de protocolos que, a diferencia de aquello relacionado con la microbiota, sí están incluidos en seguridad social. En su momento, tuve que descartar la enfermedad celíaca. Para empezar, costó que el médico la sospechase, a pesar a de la cantidad de síntomas intestinales que, poco a poco, iba manifestando, por lo que bien podía haber sido celíaca y no haber tenido un diagnóstico temprano. Para seguir, a ese médico en cuestión se le ocurrió recomendarme, en primer lugar, que dejase de tomar gluten "para comprobar si había mejoría". Una vez transcurridos varios meses desde su eliminación en mi dieta, y tras manifestarle que, en efecto, algunos síntomas habían remitido, decidió que era el momento de hacerme una analítica con el fin de detectar la presencia de anticuerpos antitransglutaminasa, marcador de oro en la detección de dicha enfermedad. Pues bien, en ningún momento me indicó que para que estos anticuerpos se pudiesen elevar en presencia de gluten en mi organismo, es necesario consumirlo durante un tiempo mínimo antes de llevar a cabo la extracción. Ni siquiera hubiese dado tiempo, de haberlo sabido, pues la prueba tuvo lugar con una semana de diferencia, tiempo insuficiente. Mi médico se quedó tan conforme con los resultados que la descartó por completo. Evidentemente, con el tiempo tuve que someterme a una nueva analítica tras el consumo de gluten para que los resultados fuesen fiables de verdad. Yo resulté no ser celíaca, pero esto demuestra que muchas personas que sí lo son también tienen que pasar por un auténtico periplo hasta ser diagnosticadas. Y, en muchos casos, la enfermedad se les acaba complicando con un SIBO o un elevado incremento de la permeabilidad intestinal con los que luego también tienen que lidiar. 

    Otro gran fallo que he observado, es la poca importancia que se da en la consulta médica de digestivo a la nutrición de los pacientes. Sí, es cierto que el propio sistema no ofrece ni tiempo ni recursos para hacer más, pero, me parece algo fundamental. La pedagogía nutricional está absolutamente olvidada, algo inaceptable sí queremos poder llegar a prevenir, en lugar de dedicarnos a curar. Ojalá que algún día esta situación llegue a cambiar. 

    Por último, diré que he llegado a recibir comentarios de médicos de otras especialidades tales como "comete un buen bocadillo de chorizo y verás cómo se te pasan todas las intolerancias". No diré más. 

    Teniendo en cuenta el papel central que tiene nuestra microbiota intestinal en el mantenimiento de la salud y en nuestra capacidad para defendernos de las infecciones externas, me parece ridículo que su cuidado se mantenga postergado a una parte de la medicina que se encuentra solo al alcance de aquellos que se lo pueden permitir. Estamos hartos de escuchar que es mejor prevenir que curar y, sin embargo, todo parece estar diseñado en el sentido opuesto al que señala dicha afirmación. 

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