Gluten e intestino: una relación polémica

    Cuando hablamos de excluir el gluten de la dieta, automáticamente pensamos en la celiaquía. El problema es que existe una tendencia generalizada a confundir la celiaquía con una intolerancia alimentaria; así, lo habitual es decir: "mi amigo Pepito es intolerante al gluten" cuando en realidad Pepito es celíaco. 

    En términos conceptuales, esta pequeña confusión a la hora de referirnos a una u otra cosa no tendría mayor importancia, si no fuera porque estamos equiparando una enfermedad autoinmune con una mala tolerancia a la polémica proteína presente en el trigo y algunos otros cereales. 

    En el primer caso, estamos hablando de una enfermedad sistémica (una celiaquía no controlada afecta a todo el organismo) en la que el propio sistema inmunitario del individuo daña el revestimiento interno del intestino en presencia de partículas de gluten, produciendo enormes daños en la mucosa intestinal que derivan, además, en situaciones de permeabilidad intestinal aumentada, malabsorción, intolerancias alimentarias, disbiosis, y un sinfín de complicaciones a nivel sistémico, muchas de las cuales pueden llegar a establecerse de forma crónica si no se controla la enfermedad antes de que el daño sea demasiado grande. Para desarrollar una celiaquía es requisito imprescindible tener predisposición genética.  Recordemos; ENFERMEDAD AUTOINMUNE. No es moco de pavo. De ahí la enorme importancia de evitar la contaminación cruzada (presencia de gluten en alimentos que no lo tienen en su composición por contacto con otros alimentos que sí lo tienen, o con superficies o utensilios de cocina que han estado en contacto con partículas de gluten antes de ser limpiados). Un celíaco nunca podrá tomar "solo un poquito", y no todos los celíacos tienen los mismos síntomas ante una contaminación, por lo que el hecho de que parezca que "no le ha caído mal", no quiere decir que no le esté dañando. Una vez que te confirman que eres celíaco, lo eres para toda la vida (al menos de momento, queda esperar que la ciencia avance tanto que, esto, algún día, deje de ser así). 

    En el caso de la intolerancia al gluten, más conocida como "sensibilidad al gluten no celíaca", el problema de base NO ES autoinmunitario. El problema está en que el intestino no es capaz de sintetizar el gluten de forma eficiente, provocando una serie de síntomas en la persona que lo consume, que pueden ser tanto intestinales como extraintestinales, y que normalmente mejoran o desaparecen tras la retirada del gluten de la alimentación. Pero ¿por qué, de repente, una persona deja de tolerar el gluten? Parásitos, SIBO, disbiosis intestinal en general (alteración de los microorganismos que configuran la flora intestinal), enfermedades inflamatorias intestinales, hiperpermeabilidad intestinal, deficiencias enzimáticas, colon irritable tras gastroenteritis infecciosa, bajo nivel de ácido en el estómago (una de las causas de esto último es el abuso continuado de los mal llamados protectores de estómago), ¿seguimos? 

¿Esto qué quiere decir? Pues que si empiezas a tener síntomas compatibles con la celiaquía, pero no realizas los estudios correspondientes para confirmar o descartar (o bien estos estudios están mal hechos o se han realizado de forma incompleta, muy frecuente también), puede que acabes retirando para siempre el gluten de tu dieta cuando, en realidad, lo que tienes es una intolerancia SECUNDARIA a otro problema TRATABLE y solucionable. O al menos, con la posibilidad de serlo. Cuando esto ocurre, al no solucionarse la causa que está detrás, es probable que la sintomatología mejore pero no termine de ceder del todo, lo que supone que la persona acabe "acostumbrándose" a vivir con ciertos síntomas y normalizando el sentirse mal. También, y en un caso más desafortunado, puede ocurrir al revés: que la persona piense que no es celíaca, sino tan solo sensible cuando en realidad sí lo es, y cometa pequeña trasgresiones en la dieta que acaben dañando su salud a la larga, sin que a corto a plazo la persona lo haya podido percibir. 

    Existe también un tercer grupo, el correspondiente a la ALERGIA al trigo, de síntomas muchos más evidentes y reconocibles por la población general. No obstante, lamentablemente también es frecuente escuchar "tiene alergia a..." cuando en realidad se quiere hacer mención a una intolerancia 😒 No creo que haga falta que explique en qué consiste una alergia, pero, como veis EL LENGUAJE SÍ IMPORTA. No es posible entender o ayudar a la persona que padece una celiaquía, una intolerancia o una alergia si ni siquiera sabemos de lo que estamos hablando. Que no se trata de que ahora todos aprendamos medicina, se trata que de que entendamos la diferencia entre palabras que, guste o no, ya están incluidas dentro del vocabulario común porque la prevalencia de este tipo de desórdenes está en aumento y ya NO SE TRATA DE PROBLEMAS INFRECUENTES. 

    Última cuestión: ¿por qué cuando vamos a tratar una disbiosis intestinal o problemas asociados, algunos profesionales nos recomiendan que retiremos el gluten de la dieta? Pues porque el gluten, en un contexto de trigo adulterado que sienta sus bases en el sistema de macroproducción a bajo coste de la industria alimentaria actual, es proinflamatorio. Esto quiere decir que va a favorecer el aumento de la inflamación intestinal, cosa que, si ya es dañina en un ambiente intestinal sano, en uno en el que reina el caos, ni os cuento. 

    En definitiva, hay muchos motivos por los que puede ser necesaria (de forma estricta o no, de forma definitiva o no) una dieta libre de gluten. Pero, en todos los casos, pasarse a los ultraprocesados o procesados de mala calidad que cuenten con la etiqueta "sin gluten" es un error garrafal. Algo así solo servirá para dañar más la mucosa intestinal por medio del continuo desequilibrio de microorganismos que vamos a favorecer. No necesitas esos productos. Y si, en algún evento social, te ves en la verdadera necesidad de consumirlos, procura que tu vida no se convierta en una feria de reuniones culinarias "inflamatorias". Es muy fácil pasar de lo ocasional al hábito (mal hábito) cuando se trata de productos hiperpalatables con una fuerte tradición cultural detrás. 



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